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El avivamiento de 1970 en la Universidad de Asbury se repite hoy

15 de marzo de 2023
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El fuego del avivamiento continuó ardiendo durante dos semanas en la Universidad de Asbury en Wilmore, Kentucky, Estados Unidos y numerosos informes revelan que el Espíritu Santo ha encendido varias otras llamas que ahora arden intensamente en otras universidades, seminarios y colegios de todo el país.

Todo comenzó el miércoles 8 de febrero con una sencilla reunión dentro de la capilla de la Universidad ubicada en Wilmore donde la presencia de Dios está tocando la vida de miles de personas.

Pasaron 53 años desde aquel avivamiento del martes 3 de febrero de 1970 en la Universidad de Asbury en Kentucky, que duró 144 horas y provocó la cancelación de clases. El teólogo y escritor protestante Dr. Kurt E. Koch, fallecido en 1987, relata lo ocurrido en «Encienda El Fuego del Avivamiento».

Este avivamiento en Asbury es un milagro de Dios, una dádiva de los cielos. La parte de la iglesia que se dedica exclusivamente a la intercesión, en el este, inflamó a sus hermanos en el occidente. Una cadena de oraciones persistentes y perseverantes enjauló y cautivó al mundo dentro de sí. Toda la iglesia real de Cristo está siendo preparada a través de la obra de Espíritu Santo para recibir a su Señor en breve. Pero, frente a semejante suceso, vamos a oír un relato de lo que aconteció en Asbury en aquel tiempo.

 

LA GLORIA DE DIOS MANIFESTADA ABIERTAMENTE

La universidad de Asbury está situada en la pequeña ciudad de Wilmore, en el estado de Kentucky, Estados Unidos de América.

El martes, día 3 de Febrero de 1970, todos los estudiantes aparecieron en el auditorio de la universidad como de costumbre a las 10:00 horas de la mañana. Lo normal era que esas reuniones duren cerca de 15 minutos. Pero, Dios tenía otros planes en aquella mañana. Cuando el pastor desafió a la congregación a que se decidan por Cristo y a que lo sigan de corazón y en verdad, muchos de los estudiantes respondieron positivamente al desafío y se dirigieron para el altar, colocando sus vidas a disposición de Cristo.

Conforme los minutos iban pasando, más y más estudiantes se entregaban rendidos al llamamiento del Señor de forma en que estuvieran, a partir de allí, totalmente dependientes de Dios. Reconociendo lo que estaba pasando, la administración de la Universidad mandó cancelar todas las clases del turno de la mañana. El Espíritu Santo había comenzado a operar dentro de todos. Los corazones comenzaron a ser soplados por aquel viento que no se sabe de dónde viene. «… Delante del Señor, sin embargo el Señor no estaba en el viento; y después del viento un terremoto, sin embargo el Señor no estaba en el terremoto; y después del terremoto un fuego, sin embargo el Señor no estaba en el fuego; y aún después del fuego una voz mansa y delicada». 1 Reyes 19:11-12.

Aquel movimiento continuaba en la tarde, con todos los estudiantes firmemente arrodillados delante del altar de la capilla. Gradualmente, más y más personas se iban juntando a los que allí ya oraban. El número en el auditorio Hughes alcanzó las 1.200 personas. Sólo ese primer día de avivamiento, varios centenares de personas entregaron sus vidas a Cristo.

Para muchos de ellos, el pensamiento en el almuerzo y comida dejó de existir completamente y se transformó en una reunión de oración espontánea de muchas personas que duró hasta la noche. Después de la media noche, aunque el número de personas había sido reducido a la mitad, muchos permanecieron orando la noche entera. En la cuarta a las 6:00 horas de la mañana, aún se encontraban 75 estudiantes orando en la capilla.

EL AVIVAMIENTO DE ORACIÓN Y DE INTERCESIÓN

Aquel miércoles, después de todo lo acontecido el día y la noche anterior, no fue posible recomenzar con las clases. Los estudiantes simplemente se hundían en oración permaneciendo sobre sus rodillas. Aquel enorme auditorio estaba repleto de gente orando.

En los primeros dos días, ningún sermón fue predicado. Sin embargo, muchos pecados fueron confesados públicamente y hubo cánticos y testimonios personales todo el día. Muchos testificaban de una bendición personal y de una aproximación real con Jesús. La bendición era evidente.

 

Las noticias de todo lo que se estaba desenrollando se esparcieron muy rápidamente. Los vecinos de la universidad y los amigos de los estudiantes, juntamente con muchas personas con hambre espiritual, acudieron al auditorio para poder recoger algo de la bendición que allí se estaba derramando. El miércoles comparecieron en el local cerca de 1.300 personas oriundas de muchos lugares. El recinto se transformó en un lugar de atracción turística. Nadie salía de allá sin que el mensaje hubiera sido predicado. Pero, las únicas personas que hablaban de sus bendiciones eran los estudiantes que se iban convirtiendo y arreglaban sus cuentas con Dios y con el prójimo. Todos ellos querían compartir sobre aquello que Cristo les había hecho.

Pero, aún durante los mensajes y testimonios, había siempre centenares de estudiantes absorbidos en oración continua. Un estudiante en particular, el cual estaba presente desde el momento en que aquella onda de avivamiento comenzó, no salió del auditorio siquiera durante las primeras 48 horas. El poder de Espíritu Santo se apoderó de él de un modo particular.

Los días que siguieron, hubo muchos visitantes atrás de aquella bendición de la presencia de Dios venidos de todo el estado de Kentucky. En verdad, llegaban de todo el país y los que participaban salían llenos de aquello que Dios era. Una onda poderosa de limpieza barrió toda la gente y el espíritu de oración tomaba cuenta de todos. Las reuniones de oración se multiplicaban espontáneamente y tomaban posesión de aquellos que participaban en las súplicas y en las intercesiones. Incluso muchas personas que no podían estar presentes en las reuniones y en el auditorio se hacían partícipes de aquella bendición. Había pedidos de oración por teléfono, por carta, por recado. Como resultado, toda América del Norte estaba envuelta, súbitamente, en una cadena de oración intensa y agobiante. Pero, tal cosa no habría acontecido si los profesores de la Universidad de Asbury guardaran la bendición y el secreto sólo para ellos.

Otras Universidades y seminarios teológicos comenzaron a pedir que oraran por ellos también, enviando mensajes y felicitaciones para Asbury. Todos querían experimentar las renovaciones que habían vivido aquellos estudiantes y gozar de esa misma bendición que se había esparcido rápidamente.

El discernimiento espiritual y la sabiduría que se apoderó de los propios profesores contribuyó enormemente para congelar todas las actividades de aquella universidad. Las clases reanudaron una semana después de aquel martes. Más aún, todos los deportes y juegos entre equipos fueron cancelados a pedido de los propios atletas y estudiantes.

 

También debemos referenciar el hecho de que un seminario teológico de los alrededores fue llevado hacia dentro de la bendición que allí comenzó en la Universidad de Asbury.

ÉL LOS ENVIÓ DE DOS EN DOS

En Lucas 10:1 leemos como Jesús envió a sus 70 discípulos de dos en dos. En Asbury, el avivamiento transcurrió en los mismos parámetros. Tres días después de aquel martes, del comienzo de las oraciones, dos estudiantes se levantaron entre la multitud y dijeron que sentían la responsabilidad de llevar la bendición para otras universidades del país. Mientras Mark Davis fue para el Greenville College, Wayne Anthony se sintió llamado para ir para Azusa College.

Y fue así que el trabajo misionero comenzó, partiendo desde Asbury. Los informes escritos de la propia universidad atestiguan que los estudiantes, después de cerca de 72 horas en oración intensa, decidieron llevar el evangelio del Reino de los Cielos para más lejos.

Aquellos mensajeros que dejaron la universidad por la fuerza que los impelió a propagar a Jesucristo, tenían el apoyo directo de todas las oraciones de aquellos que se quedaron atrás. Sin embargo, muchas oraciones de todo el país eran requeridas y pedidas también de muchas partes del mundo.

Poco tiempo después de que los primeros dos mensajeros habían partido, otros siguieron su ejemplo. Cuando volvieron, como Pablo y Bernabé, «relataron todo cuanto Dios había hecho por medio de ellos», Hechos 15:4.

Las universidades y establecimientos de enseñanza visitados por los grupos de mensajeros recibieron la misma bendición que obtuvo la Universidad de Asbury.

La primera onda de bendición alcanzó 16 estados del país. Los grupos misioneros partieron en misión y trabajaron arduamente en ellos. Muchos miles de personas fueron convertidos como resultado de su esfuerzo y tarea obediente.

 

MUCHOS MÁS ERAN AÑADIDOS

Leemos en Hechos 5:14: «y cada vez más se agregaban creyentes al Señor en gran número tanto de hombres como de mujeres». Por la noche del 4º día había cerca de 1.600 personas reunidas en el auditorio de Asbury. Había estudiantes de otras universidades allí presentes. Pero, en verdad, no era la curiosidad que los estaba atrayendo para allá. La mayoría estaba siendo impelida por un antojo de conocer a Dios como él es. Como ya había ocurrido, también sintieron la voluntad de ir a repartir la bendición que Dios estaba derramando sobre ellos.

Los operarios y profesores de la universidad designaron a alguien para servir de relaciones públicas y para hacer de intermediario entre ellos y otras instituciones de enseñanza. Había reporteros y periodistas de periódicos y, mejor aún, de revistas evangélicas. El Dr. Kinlaw, director del Asbury College, comenzó comentando que la universidad de él no había sido la única, hasta allí, en experimentar una visitación de Dios. Acordó que Dartmouth, Princeton y Yale ya habían sido visitadas por Dios en tiempos pasados.

También comenzaron a aparecer los críticos, los cuales venían con el objetivo de probar «el extremismo de un movimiento psíquico en Asbury». Pero, llegando allá, esos críticos se quedaron decepcionados y callados por las evidencias. No hallaron barullo, no vieron sensacionalismo de cualquier tipo, no había nadie hablando demasiado sobre experiencias propias y nadie hablando en lenguas.

Las características que se destacaban en este avivamiento eran: un espíritu de adoración, de oración profundo y saludable, himnos y cánticos sin barullo, súplicas e intercesiones incesantes. Cada una de esas cosas eran inspiradas y reinadas a través de una comunión real con Dios. La intensidad de sus oraciones eran la causa de las respuestas que llovían torrencialmente de los cielos. «La oración de un justo puede mucho», Santiago 5:16. Uno de los ministros del evangelio presentes les pidió que oraran por su hijo paralítico desde nacimiento. Algunos de los estudiantes oraron en obediencia y el niño fue curado.

LA PALABRA DE DIOS Y LOS TESTIMONIOS SE MULTIPLICAN

Cuando aquellos pastores de Belén fueron bendecidos con las nuevas del nacimiento del Salvador, en vez de adoptar una actitud legalista y «piadosa» de secreto, dieron anchas a su deseo de esparcir las noticias que les habían sido confiadas.

En Asbury, Dios no usó a pastores, pescadores o carpinteros. Él usó a estudiantes. Pero, lo que había en común entre estos estudiantes (los pastores de entonces) era una poderosa manifestación de la gracia de Dios. Y, como aconteció con aquellos pastores, los estudiantes no pudieron tomar la bendición solo para ellos. Necesitaron compartirla con otras personas para hacerlos parte de ella.

El domingo siguiente al inicio del avivamiento, la población de Wilmore en vez de ir para sus locales de culto habituales, se dirigieron para el auditorio de la universidad. Muchas personas eran atraídas e impelidas para aquel auditorio – eran atraídas por la fuerza de la bendición que Dios estaba derramando.

Fue digno y edificante para los visitantes ver a aquellos estudiantes testificando casi al unísono sobre cómo el Señor los había librado de sus pecados.


En América, Inglaterra y Alemania los estudiantes tienen la reputación de ser rebeldes y de reunirse en demostraciones de todo tipo de indisciplina. Aquella imagen negativa era real y el contraste entre eso y lo que estaba aconteciendo en esa universidad, sirvió para esparcir aún más la admiración hacia toda la población de los USA.

Recibían invitaciones de todo el país, pero no era posible honrar a todas ellas. Aun así, todos los estudiantes se dispusieron a llevar la antorcha del evangelio al país entero. Uno de los profesores habló con el alumnado sobre todos los pedidos que estaban llegando. La respuesta ellos fue una sola y enorme. Cerca de 500 estudiantes salieron a predicar el evangelio y a esparcir la bendición.

Para que el trabajo fuera organizado y se pudieran observar los movimientos de los grupos que salieron, eran colocados alfileres en un gran mapa de los Estados Unidos de América señalando los locales donde los estudiantes se encontraban testificando. Pero, por muchos que fueran ellos, las personas que se iban convirtiendo por todos lados nunca llegaron a ser contabilizadas. Esto era una prueba de como los cristianos estaban prudentes y cuidadosos, siendo moderados y manteniendo sus reservas para con todo aquello que estaba aconteciendo.

En vez de perder tiempo con números y estadísticas, se entregaban a aquella tarea noble de salvar muchas personas. La universidad hizo uso de radios locales y nacionales y avivaron una onda de oración y de intercesión por todo el país. Sus programas eran transmitidos por onda corta a las 5:00 horas de la tarde. Hacia finales de la primera semana, otros 16 establecimientos de enseñanza se habían unido al esfuerzo de salvar gente y de impulsarlos a orar. Los números de establecimientos subieron 5 veces más.

 

Con tal fuerza de crecimiento producida solo en una semana, no resultaba fácil comprender todo aquello que estaba pasando. Miles de personas atrapadas en una corriente de bendición, como que en un río del propio cielo, haciendo eco y siendo impulsados por tantísimos testimonios estudiantiles.

Fue uno de los grandes avivamientos de la época. Estos hermanos americanos hicieron lo opuesto de aquello que los cristianos tradicionales en Indonesia hicieron con relación al avivamiento. En Timor, había muchos que impedían y contrariaban. Aquí todos ayudaban.

Es claro que la arrogancia en Europa y en otras partes del mundo se expresaba diciendo: «Pero ¿qué es lo que esperaban de los Americanos? ¡Allá siempre acontecen cosas extrañas! Allá todo se esparce muy rápidamente». Pero, este insulto es extremadamente injusto. Si existen posibilidades de alcanzar un millón de personas en el lugar de un mil, tal conducta y uso de mecanismos para esparcir y divulgar la Palabra y la obra del Señor está de acuerdo con las Escrituras Y es bueno que sean exhaustivamente usados todos los dones. Aquel que posee solo un talento, debe ministrarlo y usarlo muy bien, pero no debe impedir a ninguno de aquellos que poseen 5 o 10 talentos que los multipliquen rápidamente. Esos fueron los talentos que les fueron entregados por Dios personalmente. En todo caso, ninguno de los mandamientos y de las comisiones de Dios dependen de nuestra visión o de nuestra falta de visión. Dios aún sigue trabajando y juzgando, pero no a aquel hermano que aprendió a medir usando sus parámetros y métodos doctrinarios.

UN NUEVO ESPÍRITU

A finales de la primera semana, cerca de 12.000 personas habían llegado de todas las partes para visitar la universidad y poder participar de aquella bendición inesperada del Espíritu Santo. Los estudiantes, sin embargo, permanecían en el auditorio y la oración continuada ya duraba 168 horas sin interrupciones. Uno de ellos estuvo en el auditorio durante siete días sin salir de allí. Debe haber exigido mucha fuerza física de su parte para mantenerse así delante de Dios. Pero, podemos concluir que él bebía de la misma fuente de la cual bebía Elías cuando caminó aquellos 40 días para Horeb.

Las clases fueron suspendidas durante ese periodo de tiempo y recomenzaron el miércoles siguiente. Pero, el espíritu de oración permaneció y ni con las clases disminuyó su intensidad. Siempre que los estudiantes tenían intervalos, o periodos sin clases, se dirigían para sus puestos de intercesión en la capilla.

Los periodistas y reporteros estaban perplejos con aquel desarrollo tan ordenado de los acontecimientos. He aquí el artículo en un periódico que paso a citar: «Que pasa con estos estudiantes? (…) De pronto, tomaron una actitud diferente sobre el sexo opuesto. Una onda de pureza está barriendo la cabeza de ellos. Aquella mentalidad sucia simplemente desapareció – no existen bromas y todo parece tranquilo y lindo. Aquel espíritu rebelde y guerrero ya no existe. Antes iban por las ciudades y casas como animales tirando “cócteles molotov” contra la policía y contra toda la gente que los confrontaba. Ahora, en esta pequeña ciudad de Wilmore, la calma más linda reina. Existe un espíritu de oración reverente; una paz, que sólo puede ser la paz de Dios, reina y domina a toda la gente. Mientras la paz y el sosiego son violentados en el resto del país debido a los disturbios raciales que existen en nuestro contexto político, en esta ciudad el avivamiento entre los estudiantes sosegó sus almas y el aire está tan limpio que parece saturado de la presencia de Dios».

«Hasta ahora siempre me consideré cristiano. Pero, después de visitar esta universidad, me quedé con serias dudas con relación a toda mi vida evangélica. Pienso que nunca fui creyente», dijo para entonces el teólogo y escritor protestante Dr. Kurt E. Koch. Un pastor del evangelio en Pennsylvania, el cual me invitó a hacer unas conferencias en su ciudad, me escribió una carta explicando cómo toda su iglesia fue fuertemente «cortada en su corazón» por el espíritu de avivamiento que llegó hasta ellos venido de Asbury. Cuenta él que, tanto su vida como su propio ministerio, se quedaron muy transformados.

DIARIAMENTE Y DE COMÚN ACUERDO EN EL TEMPLO

En Hechos 2:46-47 leemos: «Y, perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos».

¡Viviendo permanentemente bajo la palabra de Dios! ¡Todos los días! ¡Muchos de los que se hallan creyentes ni hacen eso semanalmente! Todos los avivamientos tienen siempre aquella característica peculiar: creyentes siempre reuniéndose diariamente para que la palabra de Dios les sea expuesta y narrada de forma sana. Fue así en Corea, en Indonesia y ahora en Asbury. Después de tres semanas, los estudiantes aún permanecían reuniéndose e intercediendo diaria e ininterrumpidamente. Durante casi todas las horas del día, centenares de estudiantes podían ser hallados orando incesantemente. Todas las noches recibían gente de todo el país y el auditorio quedaba completo. Aún con sus 1.500 lugares sentados, no había lugar para toda gente.

Estos cultos ilustran fielmente la unidad que existe en una iglesia donde Cristo reina de hecho. Sin que lleven en cuenta su origen o denominación, todos compartían y se unían al unísono, y el Espíritu Santo se manifestaba a todos los que se encontraran en ese estado de espíritu. Entre los presentes había luteranos, bautistas, nazarenos, metodistas, de la iglesia episcopal e independientes. Esto para mencionar sólo algunos. Había, también, muchas personas de otras denominaciones y grupos misioneros.

Las cuestiones y diferencias entre visiones doctrinarias simplemente dejaron de existir. Sólo había una idea principal: que se arreglen con Dios y con el prójimo en el más corto espacio de tiempo posible y que entren dentro de su voluntad. La teología murió. Teología sirve sólo para crear iglesias. Cuando está presente Jesucristo, crea santos para la iglesia de Él.

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