La misión implica extendernos a todas las etnias de la tierra ocupándonos de los diferentes aspectos de la vida de la gente. La iglesia es el agente de la misión, no su meta. La iglesia no es el reino de Dios, sino su comunidad. La iglesia es comunidad del reino de Dios que participa en la misión universal y por ello, transcultural.
La iglesia no existe para sí misma sino para servir a la humanidad y anunciar la inauguración del reino de Dios en la persona de Jesucristo. La iglesia es misionera por su naturaleza, dimensión e intención. Jesús es el reino de Dios encarnado. «El reino de Dios no es una ética, ni una ideología social sino el mensaje que se centraliza en una persona; la persona de Jesús el Mesías». [i].
El reino está presente pero no se ha consumado por lo tanto el reino ha de venir. Es un ‘ya’ y un ‘todavía no’. En su misión, la iglesia testifica la plenitud de la promesa del reino de Dios y participa en la continua lucha de este reino contra los poderes de la oscuridad y el mal.
Podemos acercarnos a decir que la misión universal es cuando el pueblo de Dios se une a la misión de Dios cruzando intencionalmente barreras sociales, políticas, culturales, idiomáticas, étnicas, de iglesia a no iglesia, en palabra y obra, anunciando la venida del reino de Dios en Jesucristo, invitando a las personas a reconciliarse con Dios, consigo mismas, unas con otras y con el mundo, integrándose a la vida de la iglesia con miras a la transformación del mundo hasta que el Señor vuelva. (Ver concepto de misión por Carlos Van Engen [ii].
Algunos pueden entender la misión universal en términos de plantar iglesias en otras latitudes, como también en salvar a los individuos de la condenación eterna; otros la pueden percibir en categorías eclesiásticas, como la expansión de la Iglesia o de una denominación específica cruzando barreras geográficas y culturales. Pero si vamos a entender el evangelio y la misión conforme a toda la escritura de Génesis hasta Apocalipsis, lo tendremos que entender enfáticamente como «bendición a todas las etnias» en lo espiritual, físico y material abarcando los aspectos sociales, culturales, políticos y económicos. Al hablar de misión universal estamos hablando de un mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y está dirigido a todo ser humano considerando la totalidad de su persona.
Por lo general hay una tensión entre lo que se denomina misión global y misión local. Muchas veces estos términos están enfrentados sin darnos cuenta de que forman parte de la misma moneda. Debemos integrar las diferentes esferas según lo expresa el texto de Hechos 1:8. «pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra».
Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra describe las esferas o áreas de servicio donde lo local y global están integrados. Nos habla de ser testigos en forma «simultánea» y no hacer la tarea en forma secuencial. Ninguna área de servicio debe ser la más importante. Las mismas deben estar balanceadas o equilibradas dando dignidad, simultaneidad y atención a cada una.
El pacto de Lausana [iii] expresa: «La iglesia que no es misionera es en sí misma una contradicción, y apaga el espíritu». Según el pacto de Curitiba [iv] «La misión no puede ser un departamento aislado de la vida de la iglesia, sino que hace parte de la propia esencia de ella, pues “o la iglesia es misionera o no es iglesia.” Así que la misión involucra a cada cristiano en la totalidad de su vida».
La iglesia ha sido llamada y enviada para participar en la misión de Dios. Este envío y mandato no es algo opcional (Mateo 28:18-20, Marcos 16:15, Lucas 24:46-48, Juan 20:21, Hechos 1:8).
La iglesia necesita asumir un compromiso más intencional en la evangelización mundial. John Stott dijo: «La acción sin reflexión es fanatismo en acción, pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda acción».
Resumiendo decimos que la Biblia entera muestra el plan de Dios de reconciliar consigo todas las cosas por medio de Jesucristo (Colosenses 1:15-20). La Iglesia es el instrumento de Dios para llevar a cabo su plan. La misión de Dios es un atributo de Dios mismo que se expresa en su accionar por redimir a la humanidad e invita a su iglesia a participar. El mundo es la escena de la actividad de Dios y no debemos retirarnos de él. El servicio al mundo es un servicio a Dios y es un reflejo del reino venidero de Dios independientemente de los resultados que se obtengan.
La misión es universal (transcultural) e integral. La misión integral sin ser universal se convierte en localismo. Es etnocentrismo y egoísmo. Nos ocupamos de la gente cercana pero no de la gente lejana. Por el otro lado, la misión universal sin ser integral se convierte en proselitismo. Corremos el riesgo de ocuparnos únicamente del aspecto religioso, personal, interno, pero sin ocuparnos de todos los aspectos de la vida humana de la gente.
Dios llama a todos los creyentes a participar y comprometerse en su misión.
CLADE III [v] señala: «Toda la iglesia es responsable de la evangelización de todos los pueblos, razas y lenguas. Una fe que se considera universal, pero que no es misionera, se transforma en retórica sin autoridad y se hace estéril. La afirmación de que toda la iglesia es misionera se basa en el sacerdocio universal de los creyentes. Es para el cumplimiento de esta misión que Jesucristo ha dotado a su iglesia de dones y del poder del Espíritu
Santo».
[i] Davies, Pablo: Ponencia El Reino de Dios y la Misión Transcultural, (Encuentro Nacional de la Red Misiones Mundiales, Córdoba, Argentina, 2002)
[ii] Deiros, Pablo Alberto: Diccionario Hispanoamericano de la Misión. Casilla 711, 3000 Santa Fe – Argentina: COMIBAM Internacional, 1997
[iii] Pacto de Lausana, Congreso para la Evangelización Mundial, (Lausana, Suiza, 1974)
[iv] Pacto de Curitiba, Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (Curitiba, Brasil, 1976)
[v] CLADE III, Declaración de Quito, Tercer Congreso Latinoamericano de Evangelización (Quito, Ecuador, 1992)
Mentor en Misión GloCal, Embajador de COMIBAM Internacional y Miembro Asociado de la Comisión de Misiones WEA. Sirvió en la Iglesia de la Puerta Abierta durante 25 años. De 1993 al 2003 sirvió como pastor. Fue director de COMIBAM Cono Sur (2000-2006). Presidente de la Red Misiones Mundiales Argentina (2004-2005), y Presidente de COMIBAM Internacional (2006-2009). Tiene tres títulos como Licenciatura en Administración de Empresas, Licenciado en Seguros (UADE) y Licenciatura en Ministerio con Orientación Misionológica (IBBA). Carlos está casado con Alicia, ellos viven en Buenos Aires y tienen dos hijos.
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