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Amazing Grace: El Himno Religioso por excelencia

25 de febrero de 2024

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‘Amazing Grace’ es el himno religioso más querido y popular de los Estados Unidos. Su música ha estado presente, y lo sigue estando, en las honras fúnebres que se celebran en las exequias por cualquier persona o personas pertenecientes al entramado social del país. Pero, desde hace ya unos cuantos años, ha traspasado ese ámbito puramente religioso y la han hecho suya músicos de diversos estilos.

La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos custodia una colección de más de 3.000 versiones del himno. Sin embargo, lo que es realmente sorprendente, es que ‘Amazing Grace’ lleva cosida a su letra y a sus notas musicales una larga, controvertida y curiosa historia.

Todo comenzó en alguna parte del Atlántico Norte en el año 1748. Por ese océano viajaron centenares de barcos, con bandera de las principales potencias europeas, con sus bodegas llenas de seres humanos arrancados de África y con destino al Nuevo Mundo. El comercio negrero actuó de forma legalizada entre los años 1516 a 1820 y durante este período de tiempo, al menos, 10 millones de africanos fueron atrapados con el propósito de esclavizarlos.

Uno de los personajes que contribuyó a tan floreciente negocio fue el capitán John Newton que, al mando de su barco, realizó provechosos viajes al continente africano en busca de su valiosa y barata mano de obra.

John Newton nació en Londres el 24 de julio de 1725 en el seno de una familia de marinos. Abandonó muy pronto la escuela para enrolarse en el barco que comandaba su padre realizando varios viajes a puertos del continente europeo. Con diecisiete años decidió abandonar a su progenitor y trasladarse a Jamaica con el fin de hacer fortuna, sin embargo, una joven, que se convertiría con los años en su esposa, se cruzó en su camino haciéndole desistir de su aventurero viaje.

Gran Bretaña, por entonces, se encontraba a las puertas de una nueva guerra con Francia y el joven John fue forzado a alistarse en la armada británica. Su paso por la marina de su majestad resultó totalmente aciago (infeliz) al punto de que su capitán le canjeó por un marinero de un buque dedicado al tráfico de esclavos que estaba a punto de dirigirse a África. Este fue el primer contacto que tuvo Newton con tal peculiar negocio.

El carácter del joven, salvaje y bravucón chocó frontalmente con el del capitán del barco negrero que le amenazó con entregarle de nuevo a la armada por lo que el joven, a la vista de tal perspectiva, prefirió quedarse en África, más concretamente en Sierra Leona. Allí trabajó, durante varios años, junto a un traficante de esclavos hasta que un capitán amigo de su padre le localizó en este país africano llevándoselo de nuevo a Inglaterra.

En este viaje de vuelta al hogar llegamos al 10 de marzo de 1748 cuando, sin previo aviso y en medio del océano Atlántico, el cielo empezó a encapotarse y nubes negras lo escondieron totalmente. Una gran tormenta hizo acto de presencia y el barco comenzó a bailar sobre las altas olas que salpicaba la mar. John Newton jamás había sido testigo de tanto poder por parte de la naturaleza al punto de que, al verlo todo perdido, se acordó, por primera vez en muchos años, de la existencia de ese Dios todopoderoso al que le rezaba su madre todos los días cuando él apenas era un chiquillo. A Él se encomendó y esperó el milagro.

Al cabo de unos eternos minutos el cielo se despejó y las nubes negras se abrieron dejando pasar a dorados brillos de sol.

John Newton había salvado su vida y a partir de ese momento los valores, que hasta entonces habían regido su mísera existencia, empezaron a cambiar.

Esa trasformación se fue produciendo poco a poco y, en cuanto a la trata de esclavos, Dios no debió de ser muy claro ya que el marino continuó con esa actividad durante otros siete años. Durante ese tiempo realizó varios viajes al continente africano como capitán de su propio barco, capturando a cientos de africanos para su canje en el Caribe y en América del Norte por azúcar, algodón, café y ron. Quizás su actitud hacia los prisioneros se volvió más humana, cuidándoles las heridas y tratando de que no se murieran de hambre o de sed durante la travesía. Dada su experiencia sabía que, al menos, uno de cada tres no llegaba nunca a su indeseado nuevo destino.

Cuando John Newton estaba a punto de zarpar de nuevo rumbo a África sufrió una enfermedad que le privó de la sensibilidad y del movimiento y que él no dudó en considerarla como una nueva señal del Todopoderoso, que esta vez casi le dejó las cosas bien claras en cuanto al comercio de seres humanos se refiere.

Con una edad de 28 años y totalmente recuperado de sus dolencias abandonó totalmente la profesión de marino, se casó con su novia de siempre, Mary Cattlett y obtuvo un puesto de oficinista en el puerto de Liverpool. Este trabajó lo compaginó con el estudio de todas aquellas materias que le pudieran servir para poder ser ordenado pastor, algo que consiguió once años más tarde y gracias, sobre todo, a la influencia y a la ayuda que le prestó George Whitefield, diácono de la Iglesia de Inglaterra. Su nuevo rol en la sociedad no le apartó del todo de su antiguo trabajo ya que continuó invirtiendo sus ahorros en compañías que se dedicaban al comercio esclavista.

La Iglesia Anglicana, a la que perteneció Newton, le envió a la iglesia de St. Peter and St. Paul en el pueblo de Olney, cerca de Cambridge. Allí durante 15 años se convirtió en un fructífero e influyente pastor.

Una práctica común, en los oficios de la Iglesia Anglicana, consistía en que el pastor salmodiara un himno religioso con una letra que encajara perfectamente con el mensaje espiritual del sermón que a continuación pronunciaría a su congregación. John Newton llevó esta praxis a rajatabla encontrándose, algunas veces, con la imposibilidad de localizar en el himnario eclesial lo que su homilía realmente necesitaba, por lo que comenzó a escribir sus propios himnos con la ayuda del poeta William Cowper, vecino y amigo suyo.

El 1 de enero de 1773, John Newton se encontraba al frente de sus feligreses en la Iglesia St. Peter & St. Paul de Olney y había preparado con sumo cuidado el sermón que les iba a trasmitir ese primer día del nuevo año. Versaba sobre la conversión de las personas, más aún, sobre su propia conversión acaecida en medio de aquel tormentoso océano hacía ya 25 años. Como complemento a la plática había escrito un himno basado en Crónicas I 17:16-17, que con voz temblorosa salmodió aquel primero de enero a su parroquia:

Sorprendente gracia qué dulce es tu sonido que salvó a un desdichado como yo, Una vez me perdí, pero ahora he sido hallado. Fui ciego una vez, pero ahora veo.

Gracia que enseñó a temer a mi corazón y gracia que alivió mis temores. Fue fantástico cuando ella apareció y el momento en que me convertí.

A pesar de los peligros, de los esfuerzos y de las trampas, yo ya he llegado. Esa gracia me ha traído sano desde muy lejos y esa gracia me ha conducido a casa.

El Señor ha prometido bondades para mí, su palabra asegura mi esperanza. El será mi escudo y sustento a lo largo de toda mi vida.

Sí, cuando la carne y el corazón se apaguen y cuando termine nuestra vida mortal. Yo poseeré, dentro del velo, una vida de alegría y paz.

La tierra pronto se disolverá como la nieve, el sol dejará de brillar. Pero Dios, que me llamó aquí abajo, será siempre mío

En el año 1779, John Newton y William Cowper publicaron una recopilación de 415 himnos de los cuales el poeta escribió 68 y el resto fueron debidos a la espiritual inspiración de John Newton. Esta colección de himnos se conoce como “The Olney Hymns” y entre ellos se encuentra ‘Amazing Grace’ (Himno 41), que asombrosamente no llegó a ser popular en tierras británicas a pesar de su publicación en el himnario. Su suerte cambió totalmente cuando “The Olney Hymns” viajó al nuevo mundo. Allí, ‘Amazing Grace’ se iba a convertir, por esas jugadas del destino, en el himno más popular de habla inglesa.

Los autores como Newton publicaban sus himnos únicamente con el texto ya que a ellos lo que les interesaba era darle importancia a las ideas y a los contextos que sus himnos expresaban. Además, existía un tema dinerario pues vender las partituras con las notas musicales representaba un coste extra.

“The Olney Hymns” fue publicado en Nueva York (1787), en Philadelphia (1791), en New Jersey (1795) y la congregación bautista incluyó ‘Amazing Grace’ en un himnario denominado “Hymns and Spiritual Song” publicado en Virginia en 1793.

William Walker (1809 – 1875) fue un pastor bautista norteamericano, director coral, compositor y copilador de himnos que influyó notablemente en las armonías sureñas del himnario cristiano. Algunas de sus composiciones religiosas se siguen interpretando en nuestros días. Sus compilaciones más importantes fueron “Southern Harmony” (1835) – que para el año 1866 había vendido la asombrosa cifra de 600.000 ejemplares – y “The Christian Harmony” (1867)

Uno de los himnos musicados (aunque en una partitura muy rudimentaria a base de unos fáciles signos diferentes al solfeo que se llaman “sh musicados ape note”) se titulaba “New Britain” y William Walker le puso a ese himno la letra de ‘Amazing Grace’ y fue publicado en la primera edición de “Southern Harmony” en 1835.

En los años previos a la I Guerra Mundial (1914 – 1918) las compañías discográficas de entonces se centraban en grabar marchas, canciones populares, música clásica, canciones humorísticas y temas religiosos. Resulta chocante que una canción tan popular y enraizada entre la población norteamericana como “Amazing Grace” no se grabara en disco hasta 1922. Fue a principio de los años veinte cuando las citadas empresas se percataron de que existían ciertos colectivos a los que tenían totalmente abandonados en su política de marketing. Los más importantes fueron la población afroamericana y la que habitaba en las zonas rurales del Sur del país, sobre todo en los montes Apalaches. Ese territorio, a partir de la mitad del siglo XXVIII, fue recibiendo a personas procedentes, sobre todo, de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda. Y en menor medida de Alemania, Francia y China. En 1790, estaban censados 18.224 esclavos y 1.172 negros libres. El área comprendía los estados de Georgia, North Carolina, Tennessee, Kentucky y Virginia.

Se extendía entre los estudiosos porque iba en los oficios religiosos de las iglesias, tanto blancas como negras, que estaban situadas en los Apalaches. “Amazing Grace” empezó a hacerse popular y a partir de ahí fue extendiéndose por todas las iglesias del país.

La primera grabación comercial que por el momento existe de “Amazing Grace” se realizó alrededor del mes de julio de 1922. El coro que lo interpretó se denominaba “The Original Sacred Harp Choir”. La expresión “Sacred Harp” (Arpa Sagrada) significa en este caso que se trata de un grupo vocal que canta a capella. Brunswick fue el sello que lo grabó y en la galleta del disco aparece con el título de “New Britain”, pero la letra que cantan es la de “Amazing Grace”.

La segunda grabación de “Amazing Grace” (y ya con ese título) se la debemos a un trío afroamericano de nombre “The Wisdom Sisters” (Nellie, Lottie y Bernice). La sesión se realizó en Nueva Orleans el 23 de mayo de 1925 y el sello discográfico fue Columbia.

El himno “Amazing Grace” ya musicado regresó a su país de origen, Gran Bretaña, hacia finales del siglo XIX, pero no cuajó entre su población y apenas se interpreta.

“Royal Scots Greys” era el nombre por el que se conocía a un regimiento de dragones del ejército británico desde 1678 hasta 1971, año en el que se fusionó con “The 3rd Carabiniers” para formar el regimiento actual “The Royal Scots Dragoon Guards”. Para conmemorar esa unión “The Pipes and Drums and the Military Band of the Royal Scots Dragoon Guards” grabó el tema “Amazing Grace” en mayo de 1971 para el sello RCA. El single que salió al mercado (la cara B era “Cornet Carillon) vendió más de seis millones de copias y llegó al Nº1 de los discos más vendidos en U.K. siendo esta la primera vez que una banda militar conseguía alcanzar ese privilegiado lugar.

Fuente: loslatidosdeljazz.com

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