¿Qué es el bienestar digital?
El bienestar digital es el arte de vivir bien, en línea, online.
En una era regida por la interconectividad digital, el bienestar digital es la búsqueda de una relación sana con las tecnologías de la información y la comunicación, tanto en nuestra vida laboral como personal.
Si bien los niños y adolescentes, quienes son los más vulnerables, suelen ser el centro de atención en las conversaciones sobre el bienestar digital, es un concepto que se aplica a todos.
Hemos visto preocupaciones sobre la exposición de los niños a contenido dañino en TikTok y otras plataformas de redes sociales, sin mencionar las revelaciones de que Facebook es plenamente consciente de sus efectos dañinos en los niños.
En los últimos años se ha producido un debate continuo y retrasado sobre las desventajas de la conectividad digital y el uso excesivo de los teléfonos móviles y las redes sociales.
Hemos visto preocupaciones sobre la exposición de los niños a contenido dañino en TikTok y otras plataformas de redes sociales, sin mencionar las revelaciones de que Facebook es plenamente consciente de sus efectos dañinos en los niños.
Más recientemente, hemos visto el fenómeno del “sharenting” (padres que comparten demasiado la vida personal de sus hijos) siendo mirado con escepticismo en lo que respecta a cuestiones de privacidad y consentimiento.
En cuanto a los adultos, hemos visto niveles catastróficos de dependencia excesiva y agotamiento digital, por ejemplo, fenómenos como la «fatiga del Zoom», el uso de pornografía y tasas crecientes de soledad.
¿Por qué es necesario hablar de bienestar digital?
Porque estamos en una sociedad, tanto en el plano personal como laboral, cada vez más digitalizada.
No podemos pensar en el bienestar de la persona sin tener en cuenta su bienestar digital, ya que una buena parte del día la población interactúa a través de pantallas.
Tanto con Android como con IOS, los teléfonos ya vienen con la posibilidad de saber cuántas horas por día se está utilizando el móvil.
Así como nos hacemos un chequeo anual para conocer nuestra salud, también podemos hacer un chequeo para conocer nuestra salud digital, entendiendo cuánto tiempo estamos en las pantallas y cuánto de este tiempo se lo lleva cada aplicación.
Tanto con Android como con IOS, los teléfonos ya vienen con la posibilidad de saber cuántas horas por día se está utilizando el móvil.
Por supuesto que no es la única pantalla, pero es por lo general la que trae problemas, porque es ubicua y la tenemos en la mano todo el tiempo.
Otro paso que podemos dar para gestionar el bienestar digital es ser usuarios más informados y que nos podamos preguntar quién está atrás de una plataforma, cómo están hechas las aplicaciones que uso todos los días y con qué las estoy pagando.
Ahí uno se da cuenta que las estamos pagando con la moneda más cara, que es nuestro tiempo y nuestra atención.
Las plataformas se monetizan por el tiempo por el cual las personas consumimos las publicidades y la cantidad de tiempo que pasamos en ellas.
Entonces, preguntarnos cómo están construidas esas plataformas o aplicaciones y qué nos pasa al utilizarlas nos va a dar mucha información.
Para conectarnos de una manera equilibrada y tener un bienestar digital, una persona debe disfrutar de tiempo fuera de las pantallas, tiempo offline, tiempo de foco, tiempo donde las pantallas no estén presentes y permitan que ocurran otro tipo de cosas: desde aburrirse hasta descansar, dormir más, conectar con el lugar en que estamos sin interrupciones permanentes.
Por ejemplo, entender que hay algunos mecanismos de las aplicaciones que nos hacen quedarnos enganchados a su uso y que es como un fracking de atención que trabaja con las debilidades humanas.
Por algo cuando nos dan un retweet, un like o las personas festejan lo que hacemos en las redes, encontramos unas recompensas que nos tienen enganchados.
Por supuesto, esto genera un circuito de liberación de dopamina, ese neurotransmisor que produce el cerebro y hace que sientas adicción por desear cosas, que hace muy complejo salir de las pantallas y hacer otras cosas.
La misma tecnología que puede servir para mejorar nuestro rendimiento puede ser la que nos cause un burnout, una quemazón mental o un agotamiento por estar permanentemente conectados.
Por eso se dice que la tecnología no es buena ni mala, sino que tenemos que aprender cómo queremos utilizarla.
No se trata de no usar la tecnología o tirar el celular al río. No es posible en este tiempo en el cual nos toca trabajar, vivir y relacionarnos.
Pero sí tenemos que aprender a domarla y a no darla por sentada tal cual se nos ofrece: entender los algoritmos, comprender qué es lo que premian y gestionar un tiempo de desconexión.
Para conectarnos de una manera equilibrada y tener un bienestar digital, una persona debe disfrutar de tiempo fuera de las pantallas, tiempo offline, tiempo de foco, tiempo donde las pantallas no estén presentes y permitan que ocurran otro tipo de cosas: desde aburrirse hasta descansar, dormir más, conectar con el lugar en que estamos sin interrupciones permanentes.
Impactos de la hiperconectividad
Si bien la disponibilidad de servicios y oportunidades en plataformas digitales puede ofrecer un acceso más fácil o crear la impresión de conexiones más amplias, también daña potencialmente nuestro bienestar.
Los impactos adversos del uso digital se incrementaron desde la pandemia del coronavirus. A medida que el aislamiento social aumentó, la dependencia de las tecnologías de la información y la comunicación también lo hicieron de manera proporcional.
Las repercusiones que acarrearon el uso excesivo de las tecnologías digitales van desde problemas físicos como el aumento de la fatiga visual o el ojo seco hasta preocupaciones emocionales como la dependencia de las redes sociales.
Los impactos adversos del uso digital se incrementaron desde la pandemia del coronavirus. A medida que el aislamiento social aumentó, la dependencia de las tecnologías de la información y la comunicación también lo hicieron de manera proporcional.
Esto, a su vez, podría desencadenar problemas de salud mental debido a las comparaciones, el acoso y los ataques en línea.
Otros efectos de la dependencia de la plataforma implican preocupaciones sobre la privacidad de los datos con la inteligencia artificial y el fraude digital.
Del mismo modo, las redes sociales conllevan presión de grupo, incluido el miedo a perderse algo o el ostracismo social por no seguir las tendencias digitales. Estos afectan nuestro bienestar físico, mental, emocional y financiero.
Cómo logramos el equilibrio
El bienestar consiste en crear un flujo placentero en todos los ámbitos de la vida, incluidos el físico, mental, emocional, financiero y espiritual.
El bienestar en el espacio digital depende en gran medida de cómo navegamos por los desafíos y oportunidades que presenta la tecnología.
Esto podría significar tomar medidas como las siguientes:
Una reflexión final
El bienestar digital favorece el desarrollo de un corazón y una conciencia limpios, que son mucho más importantes que unas manos limpias.
Lo que sucede en tu corazón y en tus pensamientos es lo que verdaderamente importa.
Tus ojos son clave, como hemos visto hoy en nuestra interacción con el celular: los ojos son la puerta de la vida interior. Esta es la razón por la que miras tanto a las cosas.
A través de tus ojos, dejas que las cosas entren en tu vida interior, y ellos reflejan lo que está pasando en tu corazón.
Jesús te llama a llenar tu ser interior de luz: “Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad. Asegúrate de que la luz que crees tener no sea oscuridad. Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz” (Lucas 11:34–36).
Jesús te llama a una a una relación íntima de amor con Dios en la que ese lugar secreto, que es el corazón, sea el lugar donde se da el verdadero contacto con Dios.
César Dergarabedian
Periodista. Editor de Tecnología de iProfesional y fundador y editor de BahiaCesar.com