«No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme». (Romanos 12:2)
La vida, con sus rutinas y comodidades, muchas veces nos ofrece una falsa sensación de estabilidad. Nos dejamos envolver por lo conocido, por lo que no desafía, pero que tampoco nos permite crecer. Así es como terminamos atrapados en una especie de silla mecedora, donde hay movimiento, pero ningún avance real. Esa comodidad, aunque placentera, puede convertirse en una trampa que nos mantiene estancados.
Sentarse en una silla mecedora es relajante. Su suave vaivén calma, pero no lleva a ninguna parte. Es como caminar en círculos, donde siempre regresamos al mismo lugar. En la vida sucede lo mismo. Podemos permanecer en la rutina por años, mecernos en lo conocido, pero sin encontrar el verdadero propósito, sin alcanzar una felicidad plena y auténtica. Nos acostumbramos a depender de las circunstancias o de otros para sentirnos satisfechos, justificamos nuestra falta de acción con excusas, y dejamos que el miedo al cambio nos paralice.
Dios, sin embargo, nos llama a algo diferente. Nos invita a salir de esa silla y a enfrentar el proceso transformador que Él quiere llevar a cabo en nuestras vidas. Este llamado implica un desafío: dejar atrás las viejas maneras de pensar, abandonar hábitos que no nos edifican, y atrevernos a abrazar una nueva forma de vivir que refleje Su propósito en nosotros.
El cambio no es fácil. Puede doler. Pero ese dolor es temporal, y siempre resulta más ligero que la incomodidad de permanecer en un lugar que no nos llena. Tal vez has experimentado esa incomodidad en algún momento. Esa sensación de vacío, de que algo falta. Te preguntas por qué, aunque todo parece estar en orden, no encuentras la paz ni el gozo que anhelas. Esto ocurre porque la rutina, por cómoda que sea, no está diseñada para traerte plenitud. Solo el cambio, el movimiento hacia algo mejor, puede llevarte a la vida abundante que Dios tiene para ti.
La transformación requiere valentía. Es mirar hacia adentro y preguntarnos si estamos realmente viviendo o simplemente existiendo. Es reconocer que, muchas veces, nos hemos conformado con menos de lo que Dios nos ha prometido. Es aceptar que el primer paso hacia el cambio comienza con nosotros mismos. Alguien dijo una vez que todos quieren cambiar el mundo, pero pocos están dispuestos a cambiarse a sí mismos. Este proceso de cambio no solo es necesario, sino también liberador.
Imagina cómo sería tu vida si te levantaras de esa silla y comenzaras a caminar hacia esos sueños, hacia esas metas que Dios ha puesto en tu corazón.
Dios no nos llama a este proceso solos. Él camina con nosotros. Su Palabra nos guía, su gracia nos fortalece, y su Espíritu nos transforma desde adentro. Romanos 12:2 nos anima a permitir que Dios renueve nuestra mente, que nos transforme para que podamos experimentar su voluntad buena, agradable y perfecta.
Salir de la silla mecedora implica enfrentar nuestros miedos y decidir que nuestra vida será diferente. Tal vez sea el miedo al fracaso, el temor al qué dirán, o la incertidumbre de lo desconocido lo que nos detiene. Pero Dios nos asegura que su poder es mayor que cualquier obstáculo. Él no nos pide que lo hagamos solos, sino que confiemos en que Él estará con nosotros en cada paso del camino.
Piensa en cuántos sueños has dejado en pausa, cuántas decisiones importantes has pospuesto por temor o comodidad. Ahora imagina cómo sería tu vida si te levantaras de esa silla y comenzaras a caminar hacia esos sueños, hacia esas metas que Dios ha puesto en tu corazón. La transformación no sucede de la noche a la mañana, pero cada pequeño paso, dado con fe, te lleva más cerca del propósito que Él tiene para ti.
El proceso de cambio puede ser difícil, pero siempre trae recompensas. Es en el desafío donde crecemos, donde nuestra fe se fortalece, y donde encontramos la verdadera felicidad. Dios quiere que vivamos vidas llenas de propósito, no atrapadas en la mediocridad de lo conocido. Él quiere que experimentemos Su plenitud y la alegría que proviene de caminar en obediencia a Su llamado.
Hoy, Dios te invita a dejar atrás la pasividad, a levantarte de esa silla mecedora y a abrazar el cambio. Su plan para ti es mucho más grande de lo que puedes imaginar. No permitas que el miedo te detenga. Recuerda que, aunque el proceso sea desafiante, Dios estará contigo en cada paso, guiándote, fortaleciéndote y llevándote hacia una vida plena y abundante.
Confía en Él, deja que te transforme, y verás cómo tu vida se llena de propósito y gozo.
Leandro Jesús Oviedo
Es comunicador, escritor y orador, con una vocación clara: inspirar a la generación actual a conocer y servir a Dios en todas las áreas de la vida. Fue ordenado como evangelista por sus apóstoles Sergio y Liliana Galetto del Ministerio Fuente de Vida. Es autor de los libros: “Descubre quién eres”, “El Café de cada día” y “El Poder de la Inspiración”. Conduce en redes sociales el programa “Entrelazados”, donde entrevista líderes de América y Europa con el propósito de ver unido al cuerpo de Cristo. Es conductor de “Afectados”, programa radial que se transmite por Radio Mitre (Cañada de Gómez). Comparte su podcast titulado “Más Profundo” ofreciendo reflexiones enriquecedoras para el alma. Leandro vive en San Genaro (Santa Fe, Argentina) con su esposa Elisabet y sus hijos Theo y Zoe. Su pasión por seguir a Cristo se refleja en su compromiso de compartir un mensaje transformador y edificante.
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