Este lunes 11 de agosto, Colombia se vistió de luto tras confirmarse la muerte del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, víctima de un atentado brutal perpetrado en pleno acto de campaña el pasado 7 de junio en Bogotá. A sus 39 años, este joven líder conservador falleció en la Fundación Santa Fe, luego de permanecer dos meses en cuidados intensivos.
El asesinato de Uribe Turbay no solo representa una tragedia familiar y nacional, sino también una alarmante señal de la violencia política que amenaza a quienes se atreven a alzar la voz en defensa de los valores fundamentales: la vida, la libertad, la fe y la familia.
Miguel Uribe fue un político coherente, comprometido con la institucionalidad, férreo crítico del populismo, y defensor incansable de la seguridad, la democracia y los principios éticos que deben regir la vida pública. Su vida fue ejemplo de servicio, su discurso claro y firme, y su actuar profundamente enraizado en el amor por Colombia y su gente.
Reacción internacional ante una tragedia que conmociona
La noticia de su fallecimiento ha dado la vuelta al mundo. Medios como The New York Times, BBC News, CNN en Español, El País, Clarín, The Guardian y Vatican News han resaltado el impacto de su muerte y la gravedad del atentado que acabó con su vida. Todos coinciden en una verdad: la violencia política no solo se cobra vidas, sino que hiere el alma de las democracias.
Un crimen que sacude la conciencia nacional
El atentado fue perpetrado por un menor de edad, infiltrado entre la multitud durante un acto público. Tres disparos, dos de ellos en la cabeza, fueron suficientes para silenciar a un líder que muchos veían como una esperanza para Colombia.
Una familia destrozada pero llena de fe
Minutos después de su fallecimiento, su esposa María Claudia Tarazona —madre de sus hijos y compañera incondicional— compartió un desgarrador mensaje: «Siempre serás el amor de mi vida… Nuestro amor trasciende este plano físico». Palabras que retratan no solo el dolor, sino también una fe profunda en la vida eterna y en la promesa del reencuentro.
Su hermana, María Carolina Hoyos Turbay, también expresó su adiós desde la fe cristiana: «Miguel, guerrero, esta fue la voluntad de Dios… Me consuela saber que ahora estás con mamá». Un mensaje que recuerda la trágica muerte de su madre, la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991 durante un rescate fallido mientras estaba secuestrada por el narcotráfico.
El legado de un hombre íntegro
Miguel Uribe Turbay fue abogado, hijo del exconcejal Miguel Uribe Londoño y nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala. Desde muy joven se destacó en el servicio público: concejal de Bogotá a los 26 años, secretario de Gobierno en la administración Peñalosa, y más recientemente senador de la República por el Centro Democrático.
Era una figura prometedora, con visión de país y convicciones inquebrantables. Representaba una alternativa real frente a la ola de ideologías que buscan socavar los valores cristianos y el orden natural de la sociedad. Su compromiso con la vida, la familia y la defensa de la verdad nunca fueron negociables.
Un llamado urgente a la conciencia
El asesinato de Miguel Uribe Turbay debe despertar a una nación adormecida ante la violencia, la intolerancia y el avance de ideologías destructivas. No puede normalizarse que quienes defienden principios sean blanco de la violencia. Su muerte nos interpela: ¿Qué clase de país estamos construyendo si permitimos que el odio calle la voz de quienes aún creen en el bien común?
Desde el movimiento evangélico, y los sectores defensores de la familia y la democracia, elevamos una oración por su familia, y por Colombia, que hoy ha perdido a uno de sus mejores hijos.
Fuente: cristianosenpolitica.com