La batalla por los lugares… sobre eso quiero compartirte hoy.
Todos los días observo que mucha gente se fastidia y fastidia a otros en el marco de «la batalla por los lugares».
Sería fácil señalar el caso donde las vedettes y los actores pelean acerca de quién ocupa el lugar principal en la cartelera. Pero el fenómeno está presente en los más variados escenarios de la vida cotidiana.
Alguien te invita a compartir un tiempo, o tú tomaste esa iniciativa. A partir de esa experiencia, ya consideras que ocupas un lugar en la vida del otro. Te enteras a los pocos días que otras personas han sido invitadas por tu «nuevo y mejor amigo» y, desde tu perspectiva, «te han dejado afuera». Creíste que te correspondía un lugar, y ahora sientes que te apartaron de ese sitio de privilegio.
Tu jefe ha tenido un trato preferencial contigo. Te sientes especialmente valorado. Pasa el tiempo y notas que otro empleado recibe algunas atenciones, y que hoy no estás en ese lugar principal. Parece que ya ni se nota tu trabajo. A veces te enojas en silencio; en otras oportunidades peleas por retornar a ese lugar que crees merecer.
Te sientes «corrido» en el plano social y laboral, y buscas entonces ocupar otro lugar en las redes sociales. Por lo cual, sacudes Facebook con una frase del estilo «No vale la pena amargarse por la gente traicionera. Te usan y te descartan». Tú y yo sabemos que eso de «No vale la pena amargarse» es una gran mentira porque estás envenenado por la amargura… pero logras ocupar un lugar central. Encuentras solidaridad en tus amigos de Facebook quienes responden con 1592 «Me Gusta» y un sinfín de comentarios (la gran mayoría son autorreferenciales y la persona se encarga de aprovechar tu espacio para contar también cómo fue despreciada, vituperada, humillada, usada y arrojada a la nada misma por la ingrata sociedad). Cuando percibes que en tu Muro, otros han osado buscar protagonismo y, para complicar aún el asunto, reciben 1593 «Me Gusta», te enfureces. Otra vez alguien pretende ocupar el lugar que, a tu entender, te corresponde.
Jesús siempre tiene algo para decirnos: «Cuando Jesús vio que todos los invitados a la cena trataban de sentarse en los lugares de honor, cerca de la cabecera de la mesa, les dio el siguiente consejo: Cuando te inviten a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor. ¿Qué pasaría si invitaron a alguien más distinguido que tú? El anfitrión vendría y te diría: Cédele tu asiento a esta persona. Te sentirías avergonzado, ¡y tendrías que sentarte en cualquier otro lugar que haya quedado libre al final de la mesa! Más bien, ocupa el lugar más humilde, al final de la mesa. Entonces, cuando el anfitrión te vea, vendrá y te dirá: ¡Amigo, tenemos un lugar mejor para ti! Entonces serás honrado delante de todos los demás invitados. Pues aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados». (Lucas 14:7-11, Biblia NTV).
Jesús me enseña con esa ilustración que:
14° Principio para una Comunicación Saludable: «Los que conectan bien con los demás lo hacen porque no están buscando lugares de privilegio».
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Gustavo Bedrossian
Licenciado en Psicología (UBA). Doctor en Psicología Clínica (UB). Su asesoramiento y capacitaciones integran los principios psicológicos con los espirituales. Autor de siete libros, en cada publicación desarrolla conceptos y herramientas destinados al desarrollo personal y crecimiento espiritual. Tiene una vasta experiencia en la psicoterapia focalizada.
Ha sido docente universitario en diversas instituciones del país. Ha capacitado a miles de personas en programas que apuntan al desarrollo personal, al crecimiento espiritual y al fortalecimiento de la vida familiar.
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