El Sello

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Al Mal Tiempo… Buena Cara

Por Miriam Romero

17 de abril de 2024
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La frase no está en la Biblia, pero se puede adaptar a tiempos difíciles cualesquiera sean ellos.  Los tiempos difíciles van y vienen con frecuencia para recordarnos nuestra absoluta dependencia del poder y amor de nuestro Dios, para mostrarnos quienes somos y ser transformados.

Hacer un trámite, enseñar y dar el buen ejemplo a los hijos, transitar la ancianidad solos con situaciones de salud que tratar, etc., etc., todo conlleva una dificultad desafiante.

Y si mencionamos el tener que enfrentarnos a una economía inestable, cambiante… como dicen por ahí: «cartón lleno».

Aunque somos hijos de Dios, herederos de toda bendición, sanos por Su palabra, prósperos, llenos de gozo y paz, a veces esas características no se logran manifestar.

Entonces, ¿Habrá algo que podamos hacer de nuestra parte para cambiar alguna de las situaciones difíciles que atravesamos? Claro que sí. Hay varias cosas que podemos y debemos hacer, pero ¿Qué? ¿Desde dónde?

Desde nuestra posición en Cristo, desde quienes somos en Él, viviendo una vida de intimidad, en adoración, permitiéndole vivir a través nuestro, abandonando la religiosidad, siempre habrá alguna palabra que Dios ponga en nuestro corazón para que la ejecutemos. Su dirección y guía son fundamentales, esenciales. No hay peor decisión que aquella tomada solo pensando en la mejor opción y haciéndola, sin que esa acción este registrada de antemano en la agenda del Padre para nuestra vida. 

Cuando algo nos sale mal, amargamente pensamos que Dios no bendijo nuestro plan, sin entender que Él nunca nos lo confirmó, nunca nos habló ni nos dio esa idea para ponerla en práctica.   

Mateo 7:22-23 (RVR1960) dice: «Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad».

¿Y dónde está la maldad practicada en esos hechos que se describen: «profetizar», «echar fuera demonios», hacer milagros»?… Sencillamente en hacer sin oír Su voz para seguir Su dirección y obedecer Su plan. En no tener intimidad ni revelación para seguir Su agenda para nuestra vida.

Otra palabra que suena en mi corazón mientras escribo esta nota, es Mateo 16:24:  «Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». Por años no comprendí claramente esto de tomar nuestra cruz hasta que me mostraron el paralelismo con el tabernáculo y el Altar del sacrificio.

En aquella figura, era claro que no se podía pasar al lugar Santo sin pasar por el Altar, y ¿qué significa el Altar para nosotros? Es el lugar donde llevamos todo lo nuestro y lo entregamos en sacrificio vivo para que no haya nada de nosotros y Cristo viva a través nuestro. Es la cruz. El lugar donde morimos, donde mueren nuestros argumentos, nuestras ideas, nuestra manera de ver las cosas, nuestras posibilidades: Recién después podremos adorarlo, entrar en intimidad profunda con Él y escucharlo, prestar atención a cuál es Su voluntad perfecta. Una práctica diaria que no debemos abandonar. 

Cualquiera sea tu mal tiempo, hay una palabra de Dios esperando para manifestarse, una bendición reservada solo para ti que ya fue hecha, ya fue planeada en la eternidad para que hoy la disfrutes, la pongas en práctica y lleves Su carga que es ligera.  

No nos dejemos envolver por «el sistema mundo», no hablemos como habla el mundo, no repitamos sus palabras de enfermedad, escasez, destrucción familiar u otra dificultad, caminemos en victoria porque el final de toda batalla es la victoria en Cristo. Miremos el ejemplo de Moisés, fue llamado pero tuvo dudas de las circunstancias, por eso Dios lo afirmo diciéndole: (Éxodo 4:2): «¿Qué tienes en tu mano?».

Hoy, en medio de las dificultades, Dios nos pregunta a nosotros, ¿Qué tenemos en nuestras manos?,¿Qué tenemos a nuestro alcance?, ¿Qué ha provisto Dios como semilla para nuestro avance en aquello que nos hace falta?

Además de Sus Promesas que son fieles y verdaderas, Él nos lo revelara en intimidad, ahí en Su presencia, en adoración, permitiéndole hablarnos para mostrarnos aquello que nos dé una victoria segura en esa área donde siempre aparecen las dificultades y ese mal tiempo.

No podemos poner buena cara humanamente, pero si morimos a nosotros mismos, Él nos dará Su brillo y bendición para cruzar todo desierto y cumplir el propósito para el que fuimos llamados.  

En estos tiempos difíciles para ti, para tu familia y para un mundo sin esperanza, mira ¿qué tienes en tu mano? ¿Qué te ha dado Dios para que todo Su poder se manifieste sin límites en tus circunstancias?

Siempre hay victoria y avance en Él.

Dios te bendice hoy y siempre.

 

Miriam Romero

Nació en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina. Se graduó como ingeniera (Universidad de Morón), y se dedica a dictar conferencias, escribir y formar en diferentes disciplinas. Siendo líder motivadora y capacitadora se enfoca en el desarrollo de vidas para generar productividad y concreción de propósitos. Es presidente de la Fundación Causa de Vida y fundadora de los Ministerios Miriam Romero que brinda seminarios, talleres y jornadas adecuadas para extender su horizonte o el de su congregación, y avanzar en las metas que se han propuesto en Dios. Es autora de tres

libros. Recibe la cobertura ministerial de la iglesia “Jesucristo es un Estilo de Vida” de la Unión de las Asambleas de Dios.

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