El mes de octubre siempre trae consigo una mezcla de emociones. Las hojas cambian de color, el aire se enfría y el aroma a calabazas y dulces inunda el aire. Pero también llega Halloween, una festividad que ha generado un debate constante en la comunidad cristiana. Algunos se sienten cómodos participando en las festividades, mientras que otros se abstienen por razones religiosas. Aquí, vamos a explorar por qué los cristianos no deben celebrar Halloween, proporcionando contexto sobre la festividad pagana, y ofreciendo una justificación cristiana.
Halloween: Celebración Pagana
Halloween, originalmente conocido como Samhain, es una festividad con raíces celtas que se celebraba hace más de dos mil años en lo que hoy es Irlanda, el Reino Unido y el norte de Francia. Samhain marcaba el final de la temporada de cosecha y el comienzo del invierno. Se creía que, en esta época del año, los espíritus de los muertos regresaban a la Tierra. Para protegerse de estos espíritus, los celtas encendían hogueras y usaban disfraces para confundir a los espíritus malignos.
Con la llegada del cristianismo, la Iglesia Católica buscó reemplazar las festividades paganas con celebraciones religiosas. En el siglo VII, el Papa Bonifacio IV declaró el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos, o «All Hallows’ Day», en un intento de cristianizar la festividad celta de Samhain. La noche anterior a esta festividad se convirtió en All Hallows’ Eve, y más tarde en Halloween.
5 razones de por qué los cristianos no celebran el Halloween
Ahora que hemos establecido el contexto histórico de Halloween, aquí hay una justificación cristiana en pasos para explicar por qué los cristianos optan por no celebrar esta festividad.
Halloween tiene sus raíces en una festividad pagana que involucraba rituales y creencias que a menudo entran en conflicto con la fe cristiana. Algunos cristianos argumentan que, dado su origen, participar en Halloween va en contra de su fe en Dios.
Halloween a menudo incluye representaciones de la muerte, brujería, monstruos y actividades que promueven el miedo y lo macabro. Los cristianos están llamados a centrarse en valores que promuevan la vida, el amor y la esperanza, y muchas veces ven estas celebraciones como contraproducentes.
Halloween ha evolucionado para convertirse en una festividad comercial, centrada en la compra de disfraces y dulces. Algunos cristianos sienten que esta comercialización va en contra de su llamado a vivir una vida simple y enfocada en valores más profundos.
En algunos casos, la celebración de Halloween puede llevar a la participación en actividades ocultas, como la ouija, el espiritismo o rituales de brujería. Los cristianos, que son llamados a evitar tales prácticas, pueden ver Halloween como una puerta de entrada a lo que consideran peligroso.
Algunos cristianos optan por no celebrar Halloween, pero en su lugar, enfocan su atención en actividades alternativas que promuevan valores cristianos, como eventos de caridad, noches de oración o actividades en la iglesia que fomenten la comunidad y el servicio.
La decisión de si los cristianos deben o no celebrar Halloween es una elección personal basada en su fe y comprensión de las implicaciones de esta festividad. Aunque algunos pueden sentirse cómodos participando de manera moderada, otros optan por abstenerse debido a los orígenes paganos, las connotaciones macabras y la preocupación por la involucración en lo oculto. La clave es tomar decisiones informadas y alineadas con los principios de fe que guían la vida de cada individuo.
Por Carlos Ruggiero | Fuente adaptada: guilui.com