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¿Permite la Biblia que haya mujeres pastoras?

22 de septiembre de 2025
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Pocos temas generan tanto debate en las iglesias evangélicas hoy como la cuestión de las mujeres como pastoras. Para algunos, la conversación parece secundaria o incluso innecesaria. Para otros, toca la esencia misma de cómo los cristianos entienden las Escrituras, el orden de la creación y las estructuras de autoridad que Dios ha establecido para la iglesia.

Dos posturas principales dominan la discusión. El complementarianismo enseña que, si bien hombres y mujeres tienen el mismo valor ante Dios, los roles de pastor y anciano están reservados para los hombres. El igualitarismo, por otro lado, sostiene que las mujeres pueden desempeñar estos roles y ejercer autoridad en la iglesia al igual que los hombres.

Por supuesto, existen variaciones dentro de cada bando. Algunos complementarios, por ejemplo, permiten que las mujeres sirvan como diáconos o en roles ministeriales bajo el liderazgo masculino. Otros adoptan una postura más estricta, prohibiendo a las mujeres casi todas las formas de liderazgo eclesial. En el bando igualitario, algunos simplemente apoyan la enseñanza y la predicación de las mujeres, mientras que otros abogan por el pleno reconocimiento de las mujeres como pastoras principales.

En esencia, el desacuerdo no radica en si las mujeres tienen el mismo valor que los hombres. Ambas partes afirman esa verdad. La pregunta es si la igualdad en valor implica necesariamente igualdad de roles.

El argumento bíblico a favor del complementarianismo

Un texto fundamental para los complementarianistas es 1 Timoteo 2:11-14, donde Pablo escribe que no permite que la mujer enseñe ni ejerza autoridad sobre el hombre. Consideran esto no como una limitación cultural, sino como algo arraigado en la creación misma, ya que Pablo fundamenta su razonamiento en el orden de Adán y Eva. En su opinión, el modelo creado establece la jefatura masculina tanto en el hogar como en la iglesia.

Los complementarianistas también señalan las cualidades de Pablo para los obispos en 1 Timoteo 3 y Tito 1, donde describe al anciano como «marido de una sola mujer». Consideran que esto implica asumir un líder masculino. Otros pasajes sobre el orden y la sumisión en el hogar (1 Corintios 11, Efesios 5, 1 Pedro 3) refuerzan este patrón.

En resumen, los complementarios argumentan que la Escritura reserva consistentemente los oficios de gobierno y enseñanza de la iglesia para hombres calificados.

El argumento bíblico a favor del igualitarismo

Los igualitaristas abordan los mismos pasajes de forma diferente. Argumentan que las instrucciones de Pablo en 1 Timoteo reflejaban un contexto específico: la presencia de falsas enseñanzas en Éfeso, a veces difundidas por mujeres influenciadas por profetisas paganas. Dado que las mujeres de aquella época solían tener menos educación, eran más vulnerables al engaño. Pero cuando una mujer era educada y fiel, como Priscila enseñando a Apolos en Hechos 18, se afirmaba en el ministerio.

En el lado positivo, los igualitaristas destacan Gálatas 3:28: «Ya no hay varón ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús». Argumentan que en Cristo, el género ya no limita el acceso a roles ni llamamientos. De igual manera, en Hechos 2, Pedro cita a Joel, declarando que «vuestros hijos e hijas profetizarán». Si el Espíritu de Dios capacita tanto a hombres como a mujeres para ministrar, según argumentan, entonces los roles de liderazgo no deberían estar restringidos por el género.

Por último, destacan ejemplos bíblicos de mujeres en puestos de liderazgo: Débora como juez en Israel, Febe como diácono que entregó la carta de Pablo a Roma, y ​​Junías en Romanos 16, descrita por algunos traductores como «destacada entre los apóstoles».

Perspectivas evangélicas hoy

El debate no es sólo teórico: se desarrolla en denominaciones de todo el mundo.

■ La Convención Bautista del Sur adopta una postura complementaria firme, limitando el cargo de pastor a los hombres e incluso expulsando a las iglesias que ordenan mujeres como pastoras principales.

■ Las denominaciones pentecostales y carismáticas, como las Asambleas de Dios, a menudo aceptan a las mujeres en el liderazgo pastoral, citando tanto el precedente bíblico como el claro don que el Espíritu otorga a las mujeres.

Muchas iglesias evangélicas tradicionales y no denominacionales se encuentran en algún punto intermedio, con prácticas que varían ampliamente de una congregación a otra.

¿A dónde nos lleva esto?

Entonces, ¿cómo deberían los cristianos abordar un tema tan divisivo? En primer lugar, con humildad. El asunto está profundamente ligado a cómo leemos las Escrituras, cómo entendemos el orden creado y cómo vemos la obra del Espíritu en la iglesia hoy.

Los complementarios tienen razón al enfatizar la autoridad de las Escrituras y la bondad del diseño de Dios para los hombres y las mujeres. Los igualitaristas tienen razón al recordarnos que Dios se deleita en empoderar a todo su pueblo y que, a lo largo de las Escrituras, las mujeres, de hecho, lideraron y ministraron.

Lo que está claro es que este no es un debate sobre si Dios valora a las mujeres. Lo hacen, plena e igualmente. La verdadera pregunta es cómo ha ordenado Dios su iglesia.

Aunque no todos los cristianos estén de acuerdo en la respuesta, la unidad de la iglesia depende de aferrarse firmemente al evangelio como eje central. Al igual que con otros debates secundarios, el desafío es permanecer fieles a las Escrituras sin permitir que el desacuerdo se convierta en hostilidad.

Por https://www.christianpost.com

Foto de opinión: ar.pinterest.com/luannasmotta0

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