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Cabeza de termo

Por Juan Alberto Soraire

6 de diciembre de 2024
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El termo, es un recipiente, hueco, utilizado habitualmente para mantener líquidos a una determinada temperatura. Estos receptáculos, están provistos de un cierre hermético que permiten, además, que nada entre ni salga del mismo.

A propósito del termo.

Si hay algo que caracteriza a los latinoamericanos, es la habilidad para crear dichos y expresiones cotidianas, a partir de hechos y circunstancias de la vida diaria.

Sabiduría o ingenio popular que le dicen.

Se trata de frases breves, metafóricas, coloquiales, generalmente cargadas de humor, que contienen un mensaje subliminal y son fáciles de recordar.

A partir de este particular recipiente, se ha creado en Argentina, desde hace algunos años, una particular expresión: «cabeza de termo».

Esta frase resulta ser utilizada, habitualmente, para describir a una persona terca o cerrada de mente, que se aferra a sus ideas o creencias sin estar dispuesta a considerar otros puntos de vista o interpretaciones.

Esta frase resulta ser utilizada, habitualmente, para describir a una persona terca o cerrada de mente, que se aferra a sus ideas o creencias sin estar dispuesta a considerar otros puntos de vista o interpretaciones.

El vocablo en cuestión describe el hecho de que, así como el contenido de un termo está cerrado y aislado del exterior, también la cabeza, léase el cerebro de estas personas, no permiten que nueva información o nuevas ideas entren en su mente

Un «cabeza de termo», no es otra cosa que un FANÁTICO, un fundamentalista, una persona que no permite darse el lujo de pensar.

«No se dan cuenta que, pensando, no hacen otra cosa que honrar, la libertad de pensar».

Estos individuos, probablemente guiados por su propia inseguridad, no valoran el hecho de que la diversidad de pensamiento nunca es despreciable, y que, pensar, es no proceder por consignas, mucho menos cuando estas emanan de seres humanos imperfectos, como ellos mismos.

Lamentablemente, los «cabeza de termo», también forman parte de la cristiandad, sin excepciones.

Los encontramos en todas las comunidades cristianas, incluidas tu iglesia y la mía. Suelen, auto considerarse como elegidos por los dioses.

Las modernas plataformas digitales resultan ser el lugar elegido para expresar sus inquietudes. En ellas, y generalmente escondidos en el anonimato, expresan sus frustraciones. Suelen cargar la ametralladora con sus sesgadas opiniones y disparan a quien se les ponga por delante.

¿Cuál es el motivo que aducen para justificar semejante actitud?

Se auto perciben como los únicos dueños de la verdad. El lema que los sostiene es: «Mi experiencia personal es y debe ser la regla, para mí y para todos», legalismo puro y duro.

Resultan ser oportunistas religiosos, de espíritu autoritario, guiados por ciertas actitudes infantiles, y que suelen descargan sus propias frustraciones y fracasos personales en las redes

No miden riesgos ni tienen en cuenta los daños colaterales que pueden causar sus afirmaciones.

Estos individuos, al adoptar una postura agresiva hacia quienes no piensan como ellos, se colocan en un pedestal de «justicieros divinos», usando la religión, en este caso La Biblia, de manera sesgada y certera, para validar su comportamiento.

Además de agresivos, son intolerantes. No buscan el diálogo ni les interesa. Reducen y descalifican a sus eventuales víctimas, catalogándolas de perdidos pecadores.

La lectura parcial y selectiva de las escrituras que practican les hace olvidar el mensaje de amor y perdón, presentes en el corazón del cristianismo.

Olvidan que, según el mismo evangelio, Jesús murió por todos, incluidos, aquellos que ven como enemigos, y que acusan de pecadores, como si ellos no lo fueran.

A pesar de que proclaman defender valores cristianos, su comportamiento está lejos de los principios cristianos del amor al prójimo y la misericordia.

Un “cabeza de termo”, no es otra cosa que un FANÁTICO, un fundamentalista, una persona que no permite darse el lujo de pensar.

«El que esté libre de pecado que tire la primera piedra» les diría Jesucristo, a estos tiradores de piedras seriales. ¡Claro que debemos condenar el pecado! ¡Claro que debemos llamar a las cosas por su nombre! ¡Claro que La Biblia es la única referencia a la cual deben acudir los cristianos!

Pero esto, no justifica casi nada de lo que hacen, por más buenas intenciones que los motive.

No es lo mismo llevar a un pecador arrepentido a los pies de Cristo, de la mano, que a la rastra y a las patadas.

Para concluir, y acudiendo al único lugar donde los cristianos debemos ir, deseo compartir con ustedes algunos versículos bíblicos muy conocidos, que casualmente llegaron a mí en estos días a través de un audio que me enviara alguien a quien mucho quiero y aprecio: el pastor y amigo, Juan Calcagni.

Se encuentran en 1ª Corintios 13 (NTV), y dicen lo siguiente:

  • Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles, pero no amara a los demás, yo solo sería un metal que hace ruido, o un címbalo que resuena.
  • Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios, y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada.
  • Si diera todo lo que tengo a los pobres, y hasta sacrificara mi propio cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada.
  • El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso, ni fanfarrón, ni orgulloso, ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa.
  • El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.
  • Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor, pero el amor es la mayor de las tres.

Una vez más recurro al viejo dicho: «Al que le quepa el poncho…que se lo ponga»

PD: Te sugiero algo: imagínate como sería el mundo si los versículos bíblicos leídos, fueran hechos carne por la humanidad.

¡El que tiene oídos para oír… que oiga!

 

Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón

Les recuerdo que tengo a la venta mis dos libros, “Maldito Legalismo” y “La Biblia y el calefón”. Si les interesan no dejen de comunicarse conmigo.

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón. Maestro de Biblia por vocación y escritor de dos libros: “La Biblia y el Calefón” y “¡Maldito Legalismo!”. Casado, padre de cuatro hijos. Tiene siete nietos de los cuales también se siente con la responsabilidad de guiarlos a través del camino que la Biblia nos propone.

juanalbertosoraire@gmail.com

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